Pepa Enrique, facilitadora de la comunidad Las Almunias desde febrero, realiza esta vez el relato de la tertulia de la Comunidad Las Almunias realizada el 15 de marzo de 2019
Hace años descubrí que me producía gran felicidad recoger los frutos de la tierra, también las piedras bonitas, las conchas graciosas y los palos redondeados.
Hace años descubrí que me producía gran felicidad recoger recuerdos, contados en primera persona, con sus protagonistas cerca, sintiendo su emoción.
Cuando mi hija era pequeña vi, unos cientos de veces, la película Campanilla. En esa película la protagonista descubría que era recolectora, ese era su “don”. Me he pasado la infancia de mi hija destripándole las películas infantiles y algunos personajes que no dejaban en el lugar que a las mujeres, según mi parecer, nos corresponde.
Pero como es la vida de caprichosa que, gracias a una de esas películas, descubrí que el “don” de ser recolectora, no le pertenecía en exclusiva a la protagonista de esa película. He descubierto que son muchas las personas que lo tienen y que si la recolección es de recuerdos, el “don” se multiplica y enriquece.
En el encuentro del pasado viernes 15 de marzo pusimos en común algunos de estos recuerdos asociados a lugares de La Almunia. Revisamos nuestro listado y vimos lugares sin recuerdos. Imaginamos múltiples voces que nos dieran más y más frutos a nuestra particular cosecha. Nos repartimos como seguir recogiendo voces de niñas y niños, de personas con diversas capacidades, de personas que acaban de llegar o llegaron hace años, de otras que tuvieron que marchar y se llevaron sus recuerdos allí donde viven actualmente, recuerdos de jóvenes y adolescentes, recuerdos, recuerdos.
Hilvanadas a los recuerdos han aparecido algunas personas que ya sea por su carácter, su presencia o el lugar que ocupaban u ocupan en la vida de La Almunia, son reconocidas.
RECOLECTANDO RECUERDOS
Somos lo que hemos vivido, lo que vivimos en el momento y lo que desearíamos vivir y todo esto pasa siempre en algún lugar. Vamos a seguir recogiendo los frutos de esta cosecha de recuerdos que ya sabemos, es inagotable.